
Pegado a su tronco, a una altura de cuatro metros, al resguardo del sol y de la lluvia, aparece colgado un nido de los temidos avispones denominados “vespa crabro”. Se trata del mayor “himenóptero” europeo, emparentado con las avispas a las que triplican en tamaño y ferocidad, si se ven en peligro. Normalmente se muestran muy pacíficos y no suelen picar si no son atacados, pero os puedo asegurar que su picadura es muy dolorosa. Puede morder o picar con su aguijón que no se desprende del cuerpo, por lo que puede picar varias veces. Suelen habitar en las sierras, al contrario de las avispas vulgares más asiduas a los núcleos urbanos.
Cazan todo tipo de insectos, aunque también se alimentan de la savia de árboles, chupando su corteza, como el roble, el fresno, el aliso o de frutas maduras caídas en el suelo. También puede aficionarse a cazar abejas, a las que captura en los alrededores o en el interior de la colmena. Las abejas se sienten indefensas ante estos feroces enemigos, que pueden llegar a esquilmar y debilitar una colmena en poco tiempo. Con sus potentes mandíbulas despedazan a sus presas separando la cabeza del tronco, más rico en proteínas, que es transportado al nido para alimentar a sus larvas. Cuando la climatología es adversa y no pueden salir a cazar, las larvas sueltan gotas de alimento que sirven de comida para los avispones adultos. Las larvas constituyen un depósito de alimento vivo y, de esta forma, los avispones no tienen necesidad de tener reservas de provisiones como las abejas o los abejorros.
Fuente: Jesús Alvarez Alvarez (jalvarezje@gmail.com)
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